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El mundo visto con los ojos del Mallinckrodt   I   Virtudes, valores y familia

            no ser una sociedad hospitalaria en sentido pleno si   identidad y marcaron el surgir de su vocación, un cami-
            ese otro diferente permanece segregado.         no discernido, conversado con sus directores espiritua-
                                                            les, orado, reflexionado. Pero la clave sin duda estuvo
            Algunos pensadores del siglo XX, a raíz de ciertos fe-  en la cultura familiar que le brindó la atmósfera para
            nómenos políticos y sociales han formulado la urgencia   que el don recibido, ejercido con responsabilidad, se
            o imperativo  moral  de una hospitalidad secular, más   fuera haciendo virtud. Su marco amplio y fundamento
            allá de los credos. Jacques Derrida en una entrevista   profundo fue la entrega total a Dios. Una Fe fundada en
            en la que le preguntan por el concepto de hospitalidad   la mirada hacia el otro.
            en su pensamiento y, en relación con el de Lévinas, lo
            expresa así: “Refiriéndonos al simple sentido común —  La hospitalidad es una virtud para la Esperanza; un
            por así decirlo—, no puede haber amistad, hospitalidad   camino posible para la construcción de la paz social
            o justicia sino ahí donde, aunque sea incalculable, se   fundada en la justicia y el respeto a la vida.   g
            tiene en cuenta la alteridad del otro, como alteridad —
            una vez más— infinita, absoluta, irreductible. Lévinas
            recuerda que el lenguaje, es decir, la referencia al otro,
            es en su esencia amistad y hospitalidad. Y, por su par-
            te, éstos no eran pensamientos fáciles: cuando habla-  Máximas de la Madre Paulina
            ba de amistad y hospitalidad, no cedía a los «buenos
            sentimientos»”.                                    Que ningún esfuerzo me sea demasiado gran-
                                                               de, para asistir al hermano que sufre. Con la
            Hospitalidad cristiana, el amor como               gracia de Dios quiero cuidar al más repulsivo
            fuente de la caridad                               con la mayor amabilidad y solicitud, y no me
                                                               dejare desviar de mi propósito por la ingratitud.

            La hospitalidad como virtud evangélica es mucho más   Todos los que son despreciados tienen doble
            que buenos sentimientos o una tendencia pasajera; se   derecho a mi amor sean jóvenes o ancianos,
            centra en el amor o “caritas”. La Caridad es una fuerza   ciegos o no, sanos o enfermos.
            extraordinaria, que mueve a las personas a compro-
            meterse con valentía y generosidad en el campo de la   Cuanto mayor contacto mutuo tengamos, tanto
            justicia y la paz. Este tipo de amor dice con gran lucidez   más considerados debemos ser, para hacernos
            Benedicto XVI en “Caritas in Veritate”, debe estar unido   la vida agradable y no amarga.
            a la verdad natural y sobrenatural, para evitar caer en
            el mero sentimentalismo vacío de la cultura sin verdad.
            En cierto modo ese “otro” nos conmueve y nos des-  Sirvan a los ciegos, instruyan a los niños con
            coloca respecto de posiciones conocidas y seguras,   amable cordialidad. Deben saber y sentir que
            obligándonos a salir de lo establecido y entablar un   es un placer para nosotros estar con ellos. Así
            diálogo con su realidad. Las posibilidades de nuestro   nos abrirán los corazones y los conduciremos a
            ser en Cristo se amplían, iluminamos nuestra alma en   Dios en Paz y Alegría.  Si alguno llegara a sentir
            la acción. Nos lleva a preguntarnos por su “otredad” y   que servirlo es una carga para nosotras, nues-
            por nosotros mismos. En alguna forma esta hospitali-  tra acción sería prácticamente inútil a los ojos
            dad nos transforma abriéndonos a la posibilidad ética   de Dios y para el Corazón del hermano.
            de dar a luz a una dimensión humana trascendente en
            la religión, más plena. El marco dentro del cual le en-  ¿Para qué estás en la tierra, si no es para amar
            contramos sentido es Jesús, el sacrificio de la Cruz, el   y servir a Dios y al prójimo? Entonces hazlo.
            prójimo como ocasión de trascendencia.

                                                                                Paulina Von Mallinckrodt
            A Paulina niña el dolor y la injusticia de los niños pobres
            no la dejó indiferente. Se sintió interpelada y a medida
            que fue creciendo y madurando sus acciones se fue-
            ron transformando en un amor operante, definieron su


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