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El mundo visto con los ojos del Mallinckrodt I Nuestra Historia
Las Órdenes y Congregaciones religiosas eran familias religiosas, que por me-
dio de su acción transmitieron y difundieron la Fe, enseñaron el Credo, llevaron a
Jesús a miles y miles de habitantes de América y a su vez les transmitieron sus
devociones particulares, el carisma de cada una de ellas.
Llegaron y se ocuparon de los pobladores que ya se encontraban en América.
Así, los franciscanos, jesuitas, dominicos y mercedarios pasaron a formar parte
de la cotidianeidad de la sociedad que se formaba, y que los encontraba como
actores dinámicos en la evangelización, la educación y las industrias incipientes,
los talleres y la actividad comercial.
La propagación del Evangelio se profundizó en el país y contó como agentes
difusores a los sacerdotes y a la gente, el pueblo con el que se formó una nueva Virgen y El Niño.
sociedad, heredera de una tradición ibérica que se renovaba y recreaba en el Arte colonial.
nuevo ambiente americano. Como nos dice Puebla, 400: “La Iglesia, Pueblo de
Dios, cuando anuncia el Evangelio y los pueblos acogen la fe, se encarna en
ellos, y asume sus culturas. Instaura así, no una identificación sino una estrecha
vinculación con ella. Por una parte, en efecto, la fe transmitida por la Iglesia es
vivida a partir de una cultura presupuesta, esto es, por creyentes <<vinculados
profundamente a una cultura y la construcción del Reino no puede por menos de
tomar los elementos de las culturas humanas>>.”
Episodios no frecuentes bendijeron la nueva tierra, como la manifestación de la
Virgen de Guadalupe en México al indio Juan Diego en 1531. Pero también aquí, María Auxiliadora,
en el futuro territorio argentino, hubo lugares donde María se manifestó de manera Patrona de la Patagonia.
especial, como sucedió con la llamada Virgen del Valle en Catamarca (1618 -20);
también al borde del Río Luján en 1630, una pequeña imagen de terracota quiso
detenerse y quedarse. En el Noroeste, nuestra Señora del Rosario del Milagro en
Salta y en Córdoba, y Nuestra Señora de Itatí en Corrientes.
Forma prodigiosa de fortalecimiento de la Fe, la Virgen se constituye en con-
ciencia de devoción, esperanza, puntal de los viajeros en amplias soledades que
separaban las pequeñas poblaciones de un territorio inmenso. Es fe y cultura en
formación, impulso vital en la forja de una nación en ciernes, y forma parte de la
cotidianeidad simple, sencilla y humilde de un pueblo religioso.
Virgen de Guadalupe,
Santa Fe.
La devoción se amplía y consolida en distintas manifestaciones en la etapa inicial
del país hasta la actualidad, acompañando toda la evolución política y social, en
tiempos de conflicto y en tiempos de paz. Cómo olvidar entonces la Virgen de la
Consolación de Sumampa, en Santiago del Estero; Nuestra Señora del Carmen y
la Carrodilla, en Cuyo; Nuestra Señora de la Merced, en Tucumán; María Auxilia-
dora, en la Patagonia; la Virgen del Rosario, en varias partes del país; la Virgen
de Guadalupe, en Santa Fe; Nuestra Señora de Loreto, en Santiago del Estero;
el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en la localidad de Santos Lugares;
Nuestra Señora de Schoenstatt, en Florencio Varela,
Podríamos seguir, la lista es extensa; sólo pensemos cuántos patrocinios de Ma-
ría en cada lugar de nuestra Nación, centros de devoción espontáneos. Ella es Virgen de Itatí,
protectora de diversas actividades y dimensiones de la sociedad. Encontramos Corrientes.
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