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El mundo visto con los ojos del Mallinckrodt I Visitando las iglesias de Buenos Aires
Los últimos días de mes, en especial el 31 de agos-
to, día de San Ramón, y al finalizar la misa de 11 de
los domingos, la Parroquia recibe a las parejas que se
acercan porque ya maduraron esa vocación y vienen
a poner en manos de Dios su búsqueda, o porque ya
están en la búsqueda hace un tiempo y la llegada de
esa nueva vida se hace esperar. “Siempre sentimos una
mezcla de sensaciones y sentimientos, a veces encon-
trados, hay mucha esperanza, alegría, vida —dice el
Padre Rubén— también muchas veces hay dolores que
vienen de pérdidas, enfermedades que hay que supe-
rar, ansiedad que cuesta manejar… “.
Carta del Papa Francisco al Padre Rubén
Ceraci donde cuenta cómo invita a las
parejas que desean tener hijos a venir al
Santuario de San Ramón Nonato.
San Ramón Nonato
San Ramón nació de familia noble en Portell, el 31 de agosto de 1240, cuando lo sorprendió
cerca de Barcelona, en el año 1200. Recibió el una violenta fiebre en su camino a Roma a ver el
sobrenombre de non natus (no nacido), porque su Papa. Fue sepultado en la capilla de San Nicolás
madre murió en el parto antes de que el niño viese de Portell de Cardona, que se convirtió en un
la luz. Ingresó en la orden de los Mercedarios que lugar de peregrinación. El Papa Alejandro VII lo
acababa de fundar San Pedro Nolasco, quien incluyó en el Martirologio Romano en 1657 y se
recibió la profesión de Ramón en Barcelona. lo considera como el patrono de las embarazadas
Progresó rápidamente en virtud que, dos o tres y las parteras, debido a las circunstancias de su
años después sucedió a San Pedro Nolasco en nacimiento y a su defensa incansable de la vida.
el cargo de “redentor o rescatador de cautivos”.
Enviado al norte de África, Ramón rescató en
Argel a numerosos esclavos. Cuando se le acabó
el dinero para los rescates, se ofreció como rehén
por la libertad de unos prisioneros cuya situación
era desesperada y cuya fe se hallaba en grave
peligro. Pero el sacrificio de San Ramón no hizo
más que exasperar a los infieles, quienes lo
torturaron con terrible crueldad. No perdió por ello
el valor, sino que prosiguió la tarea de auxiliar a
cuantos se hallaban en peligro.
A su vuelta a España, en 1239, rescatado por
San Pedro Nolasco, fue nombrado cardenal por
Gregorio IX, pero permaneció tan indiferente a
ese honor que no había buscado, que no cambió
ni sus vestidos, ni su pobre celda del convento de
Barcelona. Murió en Cardona, cerca de Barcelona,
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